El
día de la Tradición más que un acto es toda una
fiesta que el Nightingale, a lo largo del tiempo, valga la redundancia,
ha hecho tradición.
Al
abrigo de árboles añosos, de un patio –ya histórico- se abre la fiesta.
Familias, maestros, profesores, alumnos de todas edades concurrimos al
encuentro. Se forma una enramada, donde se baila, se recita, se canta. Es el
momento en que nos alejamos de todo, respiramos ese legado del suelo, el aire
de campo con gusto a siembra, a pasto recién cortado, a trébol fresco, a todo
lo nuestro.
Hay
alegría, palmas, música, acordes de música autóctona. Actúan los más chicos y hasta los más grandes, todos
asisten a este llamado, bajo un cielo azul, irrenunciable, que es de todos. Es
el momento de dialogar con nuestras raíces.