San Isidro es el
Patrono de Madrid, donde nació hacia el año 1070 y murió en 1130. Su cuerpo,
conservado incorrupto a través de los siglos, estuvo sepultado durante 40 años
en el cementerio de San Andrés, de Madrid, y más tarde trasladado a la iglesia
del mismo nombre. Es venerado en muchos lugares como patrono de los labradores,
proclamado en España el papa Juan XXIII.
San Isidro llevó una
vida humilde, de honrada laboriosidad, de piedad sencilla. Es difícil precisar
la realidad histórica y humana de sus días; llegan a nosotros, envueltos en una
aureola de leyenda. Su vida modestísima y metódica podría escribirse en muy
pocas líneas, de no ser tantos los milagros que se le atribuyen.
Isidro es el hombre
del vivir sencillo, dividido pacíficamente en sus tres grandes horizontes: el
hogar, el trabajo y la oración. A los casi cuatrocientos años de su
muerte, el Papa Gregorio XV lo canonizó, al mismo tiempo que a Santa Teresa de
Jesús y a otros Santos españoles.
Delante de su sepulcro se han postrado reyes, arquitectos le han erigido
templos, los más altos poetas del Siglo de Oro español, Lope de Vega, Calderón
de la Barca,
Espinel y otros, lo han cantado en versos inmortales.